alquimistas del tiempo.

"lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro." (El mundo de Sofía, Jostein Gaarder).

mis dieciocho años se despidieron en un sentido abrazo del sueño idílico de una vida salvaje en áfrica, y subieron al tren de la tan temida adultez. en la locomotora me esperaba la inspectora, que luego de unas semanas intensivas cargadas de infinitas preguntas, se disponía a entregarme las llaves anunciando “no existe una carrera universitaria para vos, la vas a tener que crear.”
y así, con una profunda sensación de incomodidad propia de la edad, partí rumbo a lo que serían diez años de ininterrumpida experimentación:
               un cuatrimestre de comunicación social,
dos años y medio de derecho,
                   y un profesorado de inglés abandonado en el último año 
                                                me llevaron a cuestionarme seriamente mi vínculo 
                                                con el sistema universitario.

era la falta de materias prácticas lo que atentaba contra mi constancia?

era la clase magistral que ametrallaba mi curiosidad?

o era quizás que la consigna había sido ‘salí a crear’ y el miedo de no saber ni por donde empezar me había llevado a simplemente tratar de encajar?

en medio de toda esa aventura académica, la vida me regaló siete años dentro del aula,

donde el disfraz de maestra de inglés me permitió descubrir una energía que nunca me había dejado de guiar en su estado más puro: la energía del asombro.

de cada nivel en el que enseñé me llevé una canasta llena de aprendizajes:
<los niños de jardín me obsequiaron la importancia de mantener siempre presente al juego como motor de cualquier proceso.>

<mis alumnos de primaria me permitieron presenciar lo que sucede cuando la propia curiosidad se convierte en brújula a la hora de enseñar.>

<los adolescentes de secundaria confirmaron que la creatividad es la herramienta que más nos facilita el obrar a favor de nuestra individualidad.>

y sin quererlo, y sin buscarlo, juntos llegamos a la fórmula secreta para convertirnos en alquimistas del tiempo.

inundada de agradecimiento y con mi bitácora de exploración rebalsada de descubrimientos,

decidí finalmente dejar de renegar y aceptar la misión que se me había asignado: salir a crear.

ya son casi seis meses desde que me despedí de la identidad de maestra y asumí que para seguir cultivando mi mirada del asombro necesitaba una nueva transformación.

de esa metamorfosis surge hausfelde:

un espacio donde estoy dando mis primeros pasos como creativity coach (aún en formación) y

pongo también en práctica todo lo que fui aprendiendo en formaciones vinculadas al marketing y la comunicación digital.

un espacio donde acompaño a personas creativas con propósito a materializar y expandir sus proyectos sin perder la dirección, el sentido y el disfrute.

un espacio en el que sola se fue gestando una revolución silenciosa, donde no busco estar al mando sino simplemente estar en contacto.

me guían el juego como motor, la curiosidad como brújula y la creatividad como herramienta - y me acercan a una nueva identidad: artesana de la individualidad.